Es una pregunta que seguramente ronda en tu mente desde que te convertiste en madre, y viene acompañada por la angustia de querer hacer lo mejor, pero con la gran excusa de que los niños vienen sin manual.
Con el peso de ese maravilloso regalo que recibes al convertirte en mamá, sabiendo que las consecuencias solo fueron positivas, empieza la tarea de “lidiar” con ser una profesional. Convencida de la necesidad de ser productiva, aportar económicamente a la casa, ser independiente, ser ejemplo de trabajo y progreso para tus hijos y a la vez tener tiempo para ser una “excelente mamá”.
Las madres de esta generación se educaron en el colegio con la ilusión o presión de ser unas grandes profesionales; ojalá con posgrado, un master, manejar mínimo dos idiomas y competir en el mercado laboral con los hombres. La cuestión surge en cómo acomodar en ese libreto, el hecho de que también debes ser la misma mamá que tuviste, con un hogar organizado, resolviendo las mismas labores de casa, y además, darles el mismo tiempo a tus hijos, sumado a que hoy en día tienen un contexto más complejo.
La elección del colegio ahora es una carrera y competencia por lograr un cupo en un proceso de admisiones, la contaminación, las nuevas enfermedades y los nuevos diagnósticos son una gran preocupación ante los que hay mil posibles tratamientos o soluciones. Esto sin mencionar que más o menos el 40% de los niños en etapa escolar se encuentran en algún tipo de terapia. Esta nueva generación de niños que además de tener características bien diferentes en su desarrollo, su conducta y sus habilidades, tienen que enfrentar mayores retos externos.
El apego sano
Hay teorías de desarrollo y pedagogía muy valiosas que nos hablan de la necesidad de un apego sano entre el niño y su madre (John Bowbly 1907-1990).
El apego fortalece su autoestima y seguridad a través de una estrecha relación con su madre, quien se dedica amorosamente a suplir sus necesidades y posteriormente, lo acompaña a enfrentar los retos que su desarrollo psicológico y físico le van ofreciendo.
El apego necesita TIEMPO: El apego no se construye a distancia, no es una frecuencia del amor. El apego se construye mientras alimentas, bañas, duermes, juegas, le cantas, lo cambias, arrullas a tu bebé.
El apego se construye cuando reaccionas ante las necesidades inmediatas de tu hijo/a, las cuales no tienen horario, no suceden después de las 6:00 p.m. o los domingos en la tarde. La independencia y seguridad se construyen con la lectura minuciosa de las capacidades de los niños que demuestran que ya pueden hacerlo por sí solos.
Con un horario de trabajo de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. ¿Cómo puedes garantizar que el cuidador que pones a cargo de tu hijo vaya en línea con tu pensamiento, expectativas y convicciones de qué es educar, cómo educar y para qué hacerlo?
Es cuestión de sintonización.
Para sintonizarte debes tener en cuenta las siguientes claves:
¿Cómo saber la diferencia? Fácil, seguramente quieres que tu hijo sea feliz,
¿Felicidad es ser una persona dependiente, difícil de adaptar y con baja autoestima? Esas son las tres consecuencias de dar a nuestros hijos lo que quieren, sin saber lo que realmente necesitan.
Sintonizarse es amarlos verdaderamente. Es no juzgarlos ni pretender «mejorarlos» o cambiarlos. Sintonizarse es respetarlos. Pero eso no se logra a distancia ni a través de otros, se logra disfrutando de su presencia, con el cariño de la constancia y con la paciencia del tiempo, mucho, MUCHO TIEMPO.
Esta información ha sido elaborada bajo las respectivas recomendaciones de Juanita Boada, Coach logoterapeutico, Consultora en Educación y conferencista en temas de Crianza y Educación.