Para responder esto, es importante que sepas que el bebé nace cubierto con una sustancia llamada vérnix caseoso, esta sustancia es una mezcla de secreciones grasas, tiene una textura parecida a una crema de color blanco y recubre todo el cuerpo del bebé. Sus principales funciones son proteger la piel, prevenir infecciones además de funcionar como termorregulador, es decir, ayuda mantener el equilibrio en la temperatura corporal del recién nacido. Por esta razón, se recomienda hacer el primer baño alrededor del tercer o cuarto días después de su nacimiento o hasta que se haya eliminado por completo esta sustancia protectora de su piel.
Asegúrate de que en el lugar no haya corrientes de aire, comprueba que la temperatura del agua sea la ideal, esto lo pueden medir con el antiguo método de sumergir el codo. Además, elige una tina acorde al tamaño del bebé y ten una toalla a la mano. Por ningún motivo debes dejar al bebé solo en la tina, por esto es importante tener todo a la mano.
Desnuda al bebé y sumérgelo lentamente en el agua para que se vaya acostumbrando a la sensación. Es importante que, durante los primeros meses del bebé, tengas especial cuidado con los movimientos involuntarios que el bebé hace debido al reflejo de moro. Para controlar que el bebé se asuste, puedes tomar una toalla pequeña, recoger sus brazos y sostenerlos para evitar que, al hacer movimientos bruscos, el bebé perciba el momento como una experiencia desagradable.
Para bañar a tu bebé de forma segura, colócalo de manera que su cabeza y espalda descansen cómodamente sobre tu antebrazo. Asegúrate de sostener su cuello y cabeza con firmeza pero suavidad, ya que su musculatura aún no es lo suficientemente fuerte para mantenerse por sí mismo. Con tu mano libre, toma agua en pequeñas cantidades y vierte suavemente sobre su cuerpo, comenzando por la cabeza y descendiendo hacia sus pies. Utiliza un algodón o una toalla suave para limpiar los pliegues de su piel, como los que se forman en el cuello, axilas y detrás de las rodillas. Este proceso no solo limpia, sino que también le proporciona una experiencia relajante.
Envuelve al bebé en una toalla y colócalo sobre una superficie para secarlo, es importante no frotar la piel del bebé, sécalo con golpecitos suaves y asegúrate de secar bien la humedad que queda entre los pliegues para evitar bacterias o infecciones. Antes de vestir al bebé, asegúrate de que este seco por completo.
“Todo sobre el baño del bebé” ha sido elaborado bajo las respectivas recomendaciones de la Doctora Paula Solano Pediatra, especialista en lactancia materna y cuidados del recién nacido
DRA. PAULA SOLANO
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