Tradicionalmente se ha utilizado el talco para aplicar sobre la piel del bebé, ya sea para mantenerla seca y absorber la humedad o porque se cree que tiene algún efecto protector o suavizante, pero lo cierto es que hoy en día los pediatras ya no lo recomiendan, pues se ha evidenciado que, además de no tener ningún beneficio, representa considerables riesgos para la salud el bebé.
Las partículas de los polvos o talcos son demasiado finas para ser controladas e incluso vistas, muchas de estas pueden ser inhaladas y, por ende, terminar en las vías respiratorias del cuidador y el bebé.
Desde los años sesenta se han reportado varios casos de bebés que fallecieron al ahogarse tras inhalar polvo, por esto la asociación de pediatras estadounidense estableció desde 1981 que no conviene usar talco para bebés, por lo riesgos que acarrea y porque no tiene ningún aporte medicinal.
En el caso de las niñas, se ha asociado el uso de talcos a episodios de vulvovaginitis, una afectación ocasionada por un cambio en el equilibrio normal de las bacterias vaginales.
Durante el 2020 cerca de 12 mil mujeres demandaron a una reconocida empresa del mercado de productos de cuidado e higiene personal. Las mujeres sostuvieron que desarrollaron cáncer de ovario después de décadas de usar talcos en su zona genital.
Se encontró que este producto contenía entre sus ingredientes asbesto, una sustancia cancerígena considerada peligrosa incluso en pequeñas cantidades de exposición.
La empresa tuvo que retirar el producto del mercado e indemnizar a las mujeres afectadas.