Entorno a la lactancia materna no solo existen muchos mitos, también algunos tabúes. La recomendación general de instituciones especializadas recomienda prolongar la lactancia todo el tiempo que sea posible, de manera exclusiva hasta los 6 meses del bebé y mantenerla hasta sus dos años o más, cuanto más mejor.
Sin embargo, durante el proceso suelen surgir complicaciones que propician una mala práctica y una experiencia insatisfactoria, por lo que muchas mujeres optan por recurrir al destete. Si bien hoy en día encontramos más información que hace algunos años, aún hay temas sobre los cuáles se habla poco, como la agitación y aversión al amamantamiento.
Se manifiesta como un rechazo o aversión irracional por dar el pecho, incluso, puede sentirse rechazo hacia el niño que se alimenta. Las madres lo describen como sensaciones como irritación, enojo, incluso puede acompañarse de sensaciones físicas como picazón en la piel y dolor en los pezones.
Estos sentimientos son involuntarios y provocan la necesidad de alejar al niño cuando está pegado al pecho, incluso algunas madres admiten presentar pensamientos violentos. Las características e intensidad de estas sensaciones pueden varias de mujer a mujer, lo cierto es que pueden generar vergüenza, sentimiento de culpa y un conflicto consigo misma.
A pesar de los pocos estudios sobre este tema, las investigaciones han arrojado resultados contundentes. Se ha determinado que, generalmente, es más frecuente en mamás que amamantan a niños mayores de 1 año, aquellas que lactan mientras afrontan situaciones de estrés o preocupación, o las mujeres que amamantan en tándem.
Aunque las razones no están esclarecidas, las teorías apuntan a que el entorno hormonal puede repercutir para que se presente esta aversión al dar el pecho.
Otra posible causa es el instinto natural de destetar. En el reino animal, las madres mamíferas presentan esta conducta a cierto tiempo con sus crías, se alejan cuando su cría se acerca o se levantan y se van cuando se están alimentando. La diferencia se encuentra en que como seres humanos tenemos la capacidad de racionalizar las sensaciones y diferenciar entre la voluntad y las necesidades fisiológicas, los animales sencillamente lo hacen por instinto.
Importante:
Pese a generar confusión y culpa, la agitación mamaria no está relacionada con que la mamá no quiera a su hijo o hija, tampoco con que sea una mala mamá o una mala persona. Como se menciona, esta sensación es involuntaria y se relaciona con factores fisiológicos.
Si bien no hay solución definitiva, hay algunas estrategias que pueden ayudar a evitar o aliviar la sensación: