Mucho se habla de la maternidad, disfrutar de esta maravillosa etapa y los sentimientos de alegría y complacencia al recibir un nuevo miembro de la familia. Pero la responsabilidad que conlleva la maternidad representa muchos temores, ansiedades y miedos que pueden repercutir en el estado anímico y mental de la mujer.
La depresión se puede presentar incluso desde el embarazo debido al cúmulo de síntomas y cambios fisiológicos y, sobre todo, los cambios hormonales que son los principales desencadenantes de estos e altibajos emocionales. Se considera que una mujer sufre de depresión cuando los episodios de llanto, profunda tristeza o falta de control sobre las emociones sobrepasan las dos semanas o se presentan después de un mes o más del nacimiento del bebé.
En los primeros días después del parto, es muy probable que la mujer sufra episodios de tristeza, sin embargo, estos estados mentales y emocionales suelen desaparecen en los días o el par de semanas siguientes, cuando se ha adaptado a la maternidad y el cuerpo fisiológicamente ha alcanzado un estado mayor de recuperación.
La tristeza posparto puede suscitar por varios factores. La disminución drástica de hormonas como los estrógenos y la progesterona, los cambios físicos sufridos durante el embarazo, las incomodidades y secuelas debido parto pueden afectar el estado emocional de la mujer.
Además, la presión social y el deseo innato de ser la mejor mamá, y las altas demandas del bebé durante las primeras semanas pueden generar estrés, agobio y deterioro físico debido a la lactancia y los largos periodos sin contar con un descanso óptimo.
Se estima que una de cada seis mujeres puede sufrir de depresión siendo más propensas a ello aquellas que cumplen con los siguientes criterios:
La depresión se manifiesta principalmente con sentimientos de tristeza y pérdida de energía y motivación para realizar las actividades cotidianas. Es común también la pérdida de apetito, las situaciones frecuentes de llanto, mayor irritabilidad, susceptibilidad e ira. También se puede presentar cierto rechazo hacia el bebé y falta de lazos afectivos y de apego, además de baja autoestima.
Debido a que en la depresión los síntomas son en mayor medida emocionales, es fundamental buscar apoyo y acompañamiento. Ya sea de la pareja o un familiar cercano, despuesto a escuchar, dialogar, entender y brindar una ayuda con los cuidados de la mamá y el bebé en caso de ser necesario.
Se aconseja no aislarse, esforzarse por cumplir con las labores cotidianas, empezar con algún tipo de actividad física recomendada para esta etapa y no prescindir de los cuidados físicos de la mujer en este momento. Alejarse del pensamiento de culpa y la presión de ser buena madre.
Si los síntomas depresivos persisten o se intensifican resulta pertinente buscar ayuda profesional.
Esta información ha sido elaborada bajo las respectivas recomendaciones del Doctor Jaime Olivos, Ginecólogo y Obstetra.